Si vas a reservar en este hotel pensando que está cerca del aeropuerto, cuidado. NO ESTÁ TAN CERCA. El camino a pie es bastante largo por un carril compartido con bicis y patinetes, y bastante oscuro de noche.
De primeras, durante el check-in, el datáfono nos bloqueó dos tarjetas de crédito para pagar la tasa turística porque el banco lo detectó como fraude.
La habitación, aunque muy limpia, recuerda a una celda de cárcel. No se pueden abrir ventanas. Solamente hay una en el baño, y a casi tres metros de altura para abrir. Hacía calor y no se podía bajar el termostato de los 22 grados porque estaba capado. Las cortinas no cierran del todo y entra luz exterior por la mañana. Las lámparas de la cama tienen una luz LED azul tenue constante que molesta por la noche. La cama estaba dura como una piedra y de las almohadas mejor ni hablar. Cero descanso.
IMPORTANTE: NO está insonorizado. Es la primera vez que veo un hotel junto a un aeropuerto que no está insonorizado. A primera hora de la mañana te despertará el fuerte rugido de los aviones despegando y los golpecitos de cuchara en tazas de café de las habitaciones adyacentes.
Tráete tu propio gel y champú, porque en el baño solamente dejaron tres miserables sobres de gel-champú para dos personas con menos cantidad que un sobre de ketchup.
Sí que es verdad que este hotel nos salvó porque es de los "más próximos" al aeropuerto y el avión llegó de madrugada, pero la pobre experiencia de confort ha sido para no volver jamás.
